La voz de los artistas

Eva Novick
4 min readNov 9, 2016

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Los protagonistas y el público expresaron sus miradas sobre la exitosa obra de teatro El Fulgor Argentino, estrenada en 1998.

La gestación del teatro comunitario atraviesa la década de 1980 y llega a nuestros días multiplicada en proyectos dentro y fuera del país. El germen surgió en la década de 1960, cuando jóvenes actores cuestionaron el lugar del arte en la sociedad. Adhemar Bianchi es un artista de origen uruguayo que representa a esa generación y plasma sus ideas en el Grupo de Teatro Catalinas Sur.

¿Cómo surgió la idea de la obra?

-Con Ricardo Talento, que es co-director conmigo de El Fulgor, recordamos la película El baile de Ettore Scola, que refleja 50 años de la historia de Francia a través de las canciones y modas de época, desde un salón de baile. Lo primero que hicimos fue recuperar un cassette con los discursos de los diferentes presidentes de facto argentinos cada vez que daban un golpe, quedamos petrificados. Y después se armó la obra con nuestro sistema de improvisación teatral más investigación. Esa fue la génesis del fulgor, hace 19 años.

¿Cómo definieron el enfoque histórico?

-En un grupo de teatro comunitario es necesario que la gente crea en lo que hace. Acá había un acuerdo que era contar la historia desde el lado del pueblo y no desde la visión de los militares o de los grupos económicos de poder. Venimos trabajando sobre memoria e identidad hace muchos años. Además, los que participan del grupo han sido siempre militantes de izquierda o peronistas, radicales también; pero en general con concepciones políticas populares y no neoliberales.

¿Qué significa la obra para vos?

-El Grupo Catalinas con su identidad significa para mí una síntesis de lo que he sido. Siempre fui un tipo de teatro y la historia me apasiona. Esta obra tiene ambas cosas, por lo tanto siento que he logrado ser feliz con lo que hago, que es mucho, aunque eso no signifique dinero.

¿A qué género teatral pertenece?

-Lo definiría como teatro popular y épico. Lo popular no es lo fácil, sino que hay elementos muy importantes ideológicos, políticos y de pensamiento. Es un espectáculo que lo puede disfrutar alguien que no conoce de historia y también lo disfruta mucho un profesor de esa asignatura.

El Grupo de Teatro Catalinas Sur se conformó en 1983

Jorge Aizenberg, actor de la obra desde su estreno, cuenta sus inicios en el grupo de teatro y los miedos que tuvo que enfrentar.

¿Qué significa para vos la obra?

-Significa una identificación total. Formo parte de una generación que fue muy politizada y que tiene mucho que ver con parte de la historia que se cuenta acá en El Fulgor. De alguna forma es un hecho artístico y por otro lado, a nivel personal, es casi una catarsis.

¿Cómo fue tu cambio personal y artístico durante estos años que lleva en cartel?

-Tanto en uno como en otro, mucho. Siempre fui una persona bastante tímida, nunca se me hubiese ocurrido estar arriba de un escenario. Si lo pienso, salgo corriendo (risas). Hay una anécdota de la primera obra en la que yo participé, que fue Venimos de muy lejos. Yo tenía un pequeño personaje, Salvatore, el dueño del conventillo, que me lo asignaron a los pocos meses de entrar en el grupo. Yo nunca había hecho nada de teatro. Al principio me encantó la idea. Llegó el último mes de ensayo y yo empecé a contar los días que faltaban para el estreno. Era algo que no se podía detener y yo no sabía qué hacer, me agarró un pánico escénico tremendo. Pensé que lo iba a poder hacer, pero llegó el día del estreno y le dije al director: “Perdoname, no puedo”. Él me contestó: “No te preocupes, pero te espero la semana que viene”. En el estreno me reemplazaron y me quedé mirando la obra detrás del escenario. A la siguiente semana lo pude hacer.

¿Cómo te sentís antes, durante y después de cada función?

-A veces antes de la obra me siento muy cansado, después de un día de trabajo hay que remarla. Cuando empieza la función eso va desapareciendo. Uno se olvida de todo lo que pasó en la jornada y se engancha en la historia y en los personajes. Después, me siento con mucha más energía. Creo que eso es un fenómeno que pasa en espacios donde se trabaja mucho con la energía grupal, individual y la de los espectadores, que participan de alguna forma.

La opinión del público

Alba (jubilada, 87 años): “Me pareció divina y muy completa. Además me trajo mucho recuerdos”.

Claudio (manager de servicios informáticos, 53 años): “Me pareció muy buena e interesante. Los cambios en la música ambientan mucho cada época”.

Bruno (estudiante, 15 años): “Me hizo saber un poco más sobre la historia argentina. La parte que más me gusto fue la muerte de Evita, que no sabía cómo había sido y fue interesante saberlo”.

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