El amor más allá del género

Eva Novick
2 min readMay 29, 2017

--

La obra se presenta los lunes a las 21 en el teatro porteño El Extranjero (Foto: Nacho Lunadei-Alternativa teatral)

Escrita y dirigida por Ariel Gurevich, la obra de teatro Las noches blancas es una gran apuesta que corre la mirada clásica sobre el amor y la ubica en un contexto diferente. La reescritura del clásico de Fiódor Dostoievski (1848) logra llegar al escenario de una manera original y conmovedora. Las variaciones sobre la novela que lleva el mismo nombre crean un ambiente contemporáneo, que a la vez podría trasladarse a cualquier tiempo y lugar, donde lo que priman son las relaciones de amor y desencuentro. La idea, las actuaciones y la puesta en escena convergen de un modo armonioso y desgarrador, donde la angustia y la soledad se alternan con el humor y la alegría que la mirada del otro habilita.

La historia ocurre entre dos hombres solitarios que se conocen casualmente una noche de verano. Juan, un joven que espera hace tiempo a una mujer que no vendría, llora en el estacionamiento. El hombre solitario sin nombre lo ve y lo invita a su departamento. Desde allí, noches enteras de conversación y acercamiento hacen que el hombre solitario se enamore perdidamente de Juan, a pesar de la advertencia que el joven le había hecho durante el primer encuentro: “Volveré con una condición, que no te enamores de mí”, y de los consejos de Leónida, la encargada del edificio, una intensa mujer española que vive enamorada del hombre solitario, interpretada magníficamente por Silvana Tomé.

La búsqueda de la propia identidad en el encuentro con el otro, la espera y la esperanza envuelven la escena. La presencia de canciones interpretadas por los protagonistas distiende un clima de angustia y emoción. A través de ellas, los personajes logran decir lo que no pueden expresar en los diálogos. La historia está narrada por su protagonista, el hombre solitario encarnado por Nelson Rueda. Juan, representado por Esteban Masturini, es un joven con una historia difícil, inquieto y fugaz. Ambos se encuentran por las noches, cuando la realidad se confunde con los sueños. Leónida es la única testigo de esa relación, que va desde el encuentro al amor y del desencuentro al olvido.

Gurevich imprime su estilo particular a una obra clásica y la convierte en una puesta atractiva y profunda, donde el amor traspasa fronteras de tiempo, espacio e incluso el género de sus protagonistas.

--

--

Eva Novick
Eva Novick

No responses yet